martes, 21 de abril de 2015

Princesa rosa y cabrona

Hay niños muy cabrones. Es el caso de una de las amigas de Currita. La conocemos desde que llegamos a Miami y siempre fue así. Al principio pensábamos que era la típica niña mal criada, consentida, que poco a poco se le iría pasando, pero no. La cosa ha ido a peor.

Ya tiene 5 años y es cursi, caprichosa, con voz de pito, siempre vestida de princesa rosa y con el pelo rubio hasta el culo de largo. Gritona, arisca, repelente y mentirosa. Con ese puntito que diferencia una trastada de niña de 5 años con una cabronada en toda regla. Un joyita de criatura. Creo que Currita suma más momentos de enfado y llanto a su lado que contenta.

Así pero de verdad

La cosa es que, como ya son tres años sumando cabronadas y conteniendo las ganas de tirarla al agua o decirle al oído la procedencia de los regalos de Navidad, por fin el otro día la vida me concedió un momento de satisfacción.
Las dos niñas jugaban juntas a dar vueltas con las bicis alrededor de la piscina. La princesa rosa en cuestión le pidió a Currita que la empujara para tratar de ir más rápido, así que mi niña se bajó de su bici y empujó la suya con tal fuerza que de repente toda la piscina escuchó:
- ¡¡¡No me empujes tan fuerte que me cagooooo!!! ¡¡¡Noooooo!!! ¡¡¡Que me cagooooooo!!!

¿La princesa rosa se caga? Nooooo….
Tengo que explicar que es americana y chapurrea un poco de español. Y claro, en este caso solo le faltó la letra “i” para no cagarse.
Y no sé si porque mi niña es buena, o porque se dio cuenta de las carcajadas del personal, le dijo:
- ¡¡¡Qué no se dice me cago!!! ¡¡¡Se dice me caigo!!!

¿Y si se está cagando de verdad?
Una pena, con lo que estaba disfrutando contemplando la escena...



martes, 14 de abril de 2015

18 de abril

Hoy hace dos años que no te veo sonreír. Hace dos años que quedamos para decirnos adiós porque nos íbamos a Miami al día siguiente. Te recuerdo con tu chaleco de cuero, tu mirada verde tan viva y esa sonrisa como embobada cuando mirabas a los cachorros. Tenías ese halo que hace brillar a las personas buenas, a las que quieren dar amor de verdad.
No te dije adiós. No quería decirte adiós. Ahora me arrepiento.
Pero todos los días de estos dos años te he tenido más presente que los últimos 10. Te imagino en mi terraza mirando al mar, con la esperanza de ver un delfín. O sentada en la silla de mi habitación con esa media sonrisa tan tuya y con cara de contemplación, mientras yo trasteo por la casa. Me acompañas. Te cuento mis cosas. Muchas más que las que te contaba antes. Estás aquí. No hay secretos. Ahora ves de verdad lo que somos y lo que fuimos. Ahora sabes de verdad lo que sentimos.

A veces sueño que paseamos juntas por el Rastro, tu brazo me rodea por la espalda y charlamos animadamente vete a saber tú de qué. Estamos contentas. Otras veces entro en una fiesta en la que creo que no voy a conocer a nadie y de repente, entre todas las miradas desconocidas aparece la tuya y me siento bien por encontrarte allí. Y otras, solamente me dices que estás bien.

Hace unos días leí una entrevista a José Luis Sampedro, decía que para él la muerte era como el río que va a desembocar al mar. Cuanto más te acercas a ella, cierto sabor salado empieza a aparecer en tu boca. Tal vez ese 18 de abril tú también podías sentir el sabor de la sal.


LOVIUS.

martes, 7 de abril de 2015

7000 kilómetros

Hoy es uno de esos días en los que el tiempo pesa y la distancia se hace más real. Hoy es de esos días en los que miras al mar y aunque sabes que allí a lo lejos, es este mismo agua que ahora moja mis pies, el que tal vez también moje los tuyos, nos separan algo más de 7000 kilómetros. 7000 kilómetros de océano, de algas, de corales, de peces de colores y tiburones, de medusas y estrellas de mar, de gaviotas y cielos azules… 7000 kilómetros de esperas, de alegrías y tristezas, de soledades, de querer y no poder, de poder y no querer,  de llamadas interrumpidas, de noches de risas, de días de playa, de lagrimas contenidas y alegrías forzadas, de miedo y calor, de paz. Y me pregunto si alguien lo imaginará igual que yo cuando me eche de menos. Y deseo con todas mis fuerzas estar allí un ratito. En la primavera de Madrid, en el cielo de Madrid. Imagino una vez más, una terracita al sol, una caña con patatas fritas y un amigo a mi lado con mil historias pendientes por contar y mil risas por compartir.

La distancia


Y a pesar de todo hoy también tengo un súper motivo para estar feliz y agradecida con la vida y con la suerte que tengo: Currito cumple 7 años.
Pero como tengo el día tonto, siento pena porque el tiempo pase tan rápido, de repente 7 años. Y quiero salir corriendo a la calle e ir a buscarle al colegio y comérmelo a besos y no separarme nunca más de él. 

Anoche cuando se acostó con la emoción de su cumple, me dijo:
- Mami, yo no quiero ser mayor, me gustaría quedarme con 6 años toda la vida. Si soy pequeño podrás cogerme en brazos siempre, si crezco dejarás de hacerlo y no quiero…

Definitivamente, me lo voy a tener que comer.

Muchas felicidades Currito, sin duda eres el mejor regalo que me ha hecho la vida (junto con Paquita y Currita, of course)


¡Ah! Y Paquita se fue anoche. En fin, me voy a correr un poco, otra moda más en la que caigo, (al menos esta es sana). 
Mañana será otro día…