viernes, 30 de mayo de 2014

Mensaje en una botella

- ¡Mami, mami, miraaaa! – grita Currito desde el quinto pino.
Yo, tumbada boca abajo tratando de ligar bronce, agusto agusto, me hago la sueca.
Vuelvo a oír:
- ¡Mamiiiiii! ¡Miraaaa, es una botellaaa! 
Al momento, imagino el peligro como madre histérica que soy. ¿Ha dicho botella? ¿Ha dicho cristal? ¿Ha dicho rota? ¿Ha dicho, me voy a hacer un corte horrible y me vas a tener que llevar al hospital?
No. Sólo ha dicho: botella. Da igual. Me levanto dando un salto y veo a Currito con una botella llena de mugre y sí, de cristal.
- ¿Qué haces con eso Currito? Vamos a tirarlo a la papelera. ¿No ves que es de cristal, se puede romper y te puedes cortar? – le digo mientras me sacudo la arena.
Y vuelvo a imaginarlo con 32 puntos en su bracito.
- ¡Qué no mami! ¡Qué tiene algo dentro! - me insiste emocionado.
- Pues con más razón, hijo. ¡¡Qué asco!!

Quería volver a aplastar mi oreja en la toalla y para eso tenía que deshacerme de la dichosa botella lo antes posible.
- Trae, anda – le digo mientras se la quito y compruebo que efectivamente, la historia acababa de empezar.
La botella tenía algo dentro. Y yo, lejos de cualquier romanticismo sólo pensaba en ser práctica. Había que romperla y ver que mierda contenía.
- Vamos mami, vamos - me animaba Currito - Hay que buscar una piedra y romperla, a lo mejor tiene un mapa de un tesoro…

A ver ahora de dónde saco una piedra, y a ver ahora dónde rompo la dichosa botella para no cortarnos… Por suerte ese día había poca gente en la playa y al menos no tenía que montar un numerito. Así que nos alejamos de la orilla y con más miedo que vergüenza, golpeé la botella contra una papelera hasta hacerla añicos. Currito no pudo evitar coger el papel que había caído de dentro  y abrirlo.
- Mami, es una carta – decía con la mirada llena de ilusión.
- A ver trae, y cuidado con los cristales (coño, que obsesión). 

 Efectivamente, la botella tenía un tesoro. Un tesoro así de bonito. Un regalo:

"Buscad arrecifes y cosas que brillen, nadad con otros peces que conozcan nuevas rutas, atentos a la música eléctrica de las focas y a las crestas de las olas, y a las resacas y a los rayos de sol y a todas las estrellas. Nadad más y más. Practicad un poco más. Practicad en aguas dulces. 
Dentro de un tiempo, os echo una carrera."

Me encantó. Me emocionó. A Currito no tanto. Su plan de buscar un tesoro se había esfumado. Pero a cambio le propuse devolver la botella al mar. Una botella con un mensaje suyo y uno mío. Desde la costa de Miami a la de Cádiz por ejemplo. ¿Llegará?








martes, 27 de mayo de 2014

Miami engorda

En realidad Miami no engorda, la que engorda soy yo, y todo hijo de vecino que no tenga cuidado.
Cuando llegué me planté 5 kilitos de más, así, por mi cara bonita. Y os aseguro que no fue a fuerza de cocido madrileño ni morcilla de Burgos. ¡Qué más quisiera yo!
Eso es lo malo, aquí engordas y no te enteras. No te enteras porque crees que lo que comes engorda lo normal, comes confiado. ¡Pero no! ¡Es una trampa amigo! Aquí todo engorda más. Me refiero a todo lo procesado. Que si te comes una zanahoria cruda, te engorda igual aquí que allí (aclaro, que luego me decís cosas).
Quiero decir que si en España te tomabas unas patatas fritas y una cañita por la tarde, aquí eso mismo engorda más. Para empezar no hay cañitas, y las patatas fritas, esas que se fríen en aceite de oliva, no existen. O sea que lo cambias por un tercio de cerveza y unas patatas de un sabor impensable.
- ¿En serio son de limón?
-  Si, si.
- Pero ¿a quién se le ocurre hacer patatas fritas de limón? ¿Y si prueban a hacerlo al revés?  Limón con sabor a patatas fritas. Igual molaba. Y ¿a quién se le ocurre comprarlas? Por lo menos serán súper light.
¡Y un cuerno! De limón, si, pero con 20 gramos de azúcar por patata mínimo, y bien de grasas de las malas malísimas.

Propongo, puestos a engordar, patatas fritas con sabor a morcilla de Burgos. ¿No suena mucho mejor que sabor a limón? ¡Sería un exitazo! 

Y si, adelgacé casi casi lo que engordé. O eso creo.








jueves, 22 de mayo de 2014

La alegría de vivir

10 de la mañana. Me voy a la playa en bici. Preparo mochila con toalla, sombrero, agua, música y el libro de turno: Niebla, de Unamuno, que quién me iba a decir a mí que lo volvería a leer en Miami. Y mientras, me acuerdo de Mafalda y del pedazo de premio que le han dado a su padre, y es que esa si que es una filósofa. Sólo a ella se le podría ocurrir decir:
“Comienza el día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo” o "La vida empieza a los cuarenta [lee en un periódico]. ¿Y entonces para qué cuernos nos hacen venir con tanta anticipación?" o "No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta"
Genial criatura.
Bajo mis 24 pisos, llego a la calle, me planto los cascos y… Me sorprende La barbería del Sur con La alegría de vivir, y así, de repente, me sube un buen rollo por el cuerpo que se transforma en pedalear como una loca y si, cantar a grito pelao. Porque a mi que más me da lo que piensen de mi los transeúntes que me escuchen. Mira esa loca como grita. Pues si. Grito mucho cuando grito.
Cruzo Alton Road y una tremenda moto, con conductor sin casco (como el 90 % de los moteros de aquí), se para a mi lado y me mira, me mira y sonríe. O igual se ríe de mi, porque yo sigo a lo mío. Y entonces otro ciclista con pelo a lo afro que transporta una tabla de surf con una mano y con la otra conduce su bici, me acompaña un ratito y canturrea conmigo vete a saber tú el qué, y yo me acuerdo de Verano azul. Me adelanta, con tabla y todo, o sea que no debo ir tan rápido como creo, y se despide de mi soltando la bici cerrando el puño y lanzándolo al viento. Un pirao más de South Beach.
Seguimos bajando hacia Ocean Drive mi alegría de vivir y yo. Y me acuerdo de que esta noche tengo una cenita con amigas y me pongo más contenta aún. Que aunque la cena es para despedir a una de ellas que regresa a España, estoy contenta por salir, por pintarme el ojo y subirme a unos taconazos, y por supuesto por cenar con ellas. Mis grandes amigas de Miami, ahí queda.

La alegría se termina para dejar paso a Salud, dinero y amor de Calamaro y…, ¡¡¡¡Oooohhhhh!!!! ¡¡¡¡Cómo me gusta esa canción!!!! Me gustan todos y cada uno de sus brindis. ¿Qué hay mejor que quererse toda la vida? Pues eso: que la salud no falte a toda la humanidad, desde un rincón del mundo brindo contigo. Y mañana, lluvia de estrellas y de deseos.





lunes, 19 de mayo de 2014

Un regalo

Lo prometí, aquí os dejo al sol saliendo de Miami rumbo a EspañaQué ustedes lo disfruten.



Peor para el sol, 

que se mete a las 7 en la cuna del mar a roncar,

mientras un servidor,

le levanta la falda a la luna.


Joaquín Sabina



















miércoles, 14 de mayo de 2014

Expatriada en Miami

Dice el diccionario que expatriado es la persona que de forma temporal o permanente, reside en un país diferente del país en el que nació. 
Soy expatriada. Vivo fuera del país en el que nací y sí, es de forma temporal. O eso espero.

Algunos nos inventamos una vida, otros sólo continúan lo que ya habían empezado.
Al principio todo lo comparas con tú país, con tus costumbres: los horarios, las rutinas de los cachorros, las comidas, lo reservados que son los americanos para algunas cosas… Ya sabes que todo empieza de nuevo y a veces aparece el miedo a lo desconocido. Tienes que hacer amigos otra vez, tienes que conseguir que los cachorros se adapten lo antes posible, y esto no sabes si de verdad lo haces por ellos o por la pena que da que tengan nostalgia y echen de menos su vida anterior. Sentimientos algo enfrentados.
Y más allá de todo lo que ya sabes que va a pasar, también logras acostumbrarte a cosas que jamás habías imaginado que fueran a ser así, como los olores. Miami huele diferente, mezcla de humedad, mar y polución. Al principio me costaba, luego sólo lo notaba algunos días, ahora ha desaparecido.
La luz también es distinta, parece como si hubiesen bajado un poco la intensidad, como si una leve calima rebajara los colores. Aún soy capaz de notarlo.
La humedad: a veces podía llegar a ser insoportable. Huía de estar en la calle, buscaba los interiores con aire acondicionado, o me pasaba las tardes dentro de la piscina. Ahora soy capaz de leer un libro mientras los cachorros se bañan, a la sombra eso sí. O voy a buscarles al colegio andando a las 4 de la tarde. Vuelvo a casa como un pollo, pero ya no me importa.
El cielo por la noche: las estrellas son diferentes. Desde casa a penas se ven.
Las puestas de sol: será porque tengo la suerte de verlas a diario, pero reconozco que hemos visto algunas que jamás hubiese imaginado. El sol completamente rojo, cual bola de fuego, y en su reflejo en el mar los delfines paseando. Para quitarte el sombrero.


Poco a poco te vas sintiendo en casa, en tú otra casa. Los vecinos ya te conocen y la cajera del súper saluda a los cachorros por su nombre. Ya sabes atajos para llegar a los sitios y dónde te venden la mejor comida española. A pesar de ello sigue habiendo cosas nuevas todos los días, algún sitio que visitar o alguien a quien conocer. O simplemente, pararte a mirar a la gente que pasa por la calle. Miami es así, creo que nunca dejará de sorprenderme.







lunes, 12 de mayo de 2014

Curra y yo

Atendiendo a algunas sorprendentes peticiones, hoy os voy a contar alguna cosilla sobre mi. Que a la gente le gusta saber, mejor dicho, cotillear. Y aunque la mayoría de los que leéis este blog me conocéis, también hay algunos que no, e increíblemente, hacen preguntas como: ¿Cuál es tú color favorito? ¿A qué colegio has sido? ¿Te casaste enamorada? (Y esta o este que sabe si yo estoy casada o no). Hoy voy a saciar a esa panda de amables cotillas.

Al grano:
Lo primero decir que una cosa es Curra y otra muy diferente soy yo. Que Curra es un amor, y yo soy más tirando a cardo borriquero. Así es, tengo un pronto malo malísimo.
De mayor me encantaría ser cantante. Cantante súper famosa. Lo malo es que canto como el culo. 
También me gusta escribir. Me gusta mucho, y si lo que escribo me lo invento, el placer es doble. Así que mucho cuidado con creeros lo que leéis por aquí… Me encanta que me cuenten historias, y si no me las cuentan leerlas. Me flipa leer.
Curra ODIA todo lo relacionado con la casa, a mi no me molesta tanto. Cocinar un sábado, con tiempo y un vinito a mi vera, me gusta. A las dos nos encanta comer.
Curra está como loca por largarse de Miami y yo cada día estoy mejor aquí.

Curra tiene dos hijos y yo tres. En Miami tengo a los dos pequeños, y en España hemos dejado a la princesa mayor, con sus estudios de mayor, su casa de mayor y sus cosas de princesa. No me gusta NADA estar separada de ella. Curra la convirtió en su hermana pequeña y la bautizó como Paquita. Incluso le dedicó un post:


Las dos echamos mucho de menos a nuestra gente de España (igual Curra un poco más que yo).
Lo que está claro es que estamos encantadas de habernos conocido, y de haberos conocido¡Ah! Mi color favorito es el rojo y el de Curra el verde. Y sí, me casé enamorada hasta las trancas. ¿Satisfechos?








miércoles, 7 de mayo de 2014

Aviso

Hace unos días leí en un periódico que la noche del 23 de mayo habrá una impresionante lluvia de estrellas. Creo que el artículo era algo exagerado porque hablaban de cifras tales como 400 estrellas visibles por hora, que sólo ha habido un acontecimiento así y fue hace tropecientos años, y que no se repetirá hasta dentro de tropecientos más. Y yo me dije ¡coño!, pues habrá que verlo. Sin duda 400 estrellas por hora, merecen la pena. Además esta lluvia de estrellas ha sido deducida por la NASA, y la NASA es mucha NASA. Que allí donde aparezca su nombre, sea lo que sea te lo crees. ¿O no?

El problema está cuando sigues leyendo. De momento no será visible en todo el mundo. España lo tiene chungo y Estados Unidos parece que si tendrá suerte. Y además las condiciones son reducidas si estás cerca de una ciudad o de un pueblo. Y que por supuesto, si tienes la suerte de estar en el campo con cero de contaminación luminosa y en Estados Unidos, no vayas a pensar que vas a ver 400 por hora. Que igual ves alguna, o igual justo cuando dejas de mirar porque te pica el pie, pasan las 400 así, de golpe. Las muy desconsideradas...

O sea que puede ser que sí y puede ser que no vayamos a ver estrellas fugaces ese día.
Voy a pensar que sí. Entonces es cuando doy aviso: un deseo por cada estrella que veas. De toda la vida ha sido así, que se cumplan o no es otro cantar.

Y puestos a pedir, o mejor dicho a desear, a parte del fin de las guerras y del hambre en el mundo, yo quiero que me quiten un poco de calor en Miami para este verano por favor. Que sólo de pensar como fue el pasado me dan los siete males.


Así que ya sabéis, la noche del 23 al 24 de mayo todo el mundo forzando cervicales y mirando al cielo. Y no olvidéis que la fe mueve montañas.

jueves, 1 de mayo de 2014

El trabajo de Flora

Flora se levanta a las 6, aunque su trabajo no empieza hasta las 9. Necesita tiempo para llevar a Linda, su hija de apenas 9 meses a casa de Ana, una señora de 75 años que tiene montada una guardería ilegal en el salón mugriento de su casa. Después de dejar a Linda, lleva a Libertad al colegio, su otra hija de 5 años.

Si los autobuses han pasado a su hora le quedará algo de tiempo para tomarse un café antes de empezar su jornada. Le gusta bajar a la playa e imaginar como el mismo agua que llega a las orillas de Miami Beach también llega a las de su país. Y tal vez su madre también esté como ella mojando sus pies, y así las dos sin darse cuenta comparten el mismo agua…

Sube corriendo Lincoln Road hasta llegar al restaurante en el que trabaja atendiendo las mesas. Por suerte su madre se preocupó de que aprendiera inglés, y gracias a eso pudo encontrar trabajo nada más llegar de Cuba.
Trabaja de camarera de 9 a 3, con media hora para almorzar. A las 3 vuela a casa de la señora Joan, a limpiar y planchar durante otras 4  horas.

Cuando llega a casa, después de haber recogido a Linda en casa de Ana y a Libertad en casa de una vecina que le hace el favor de recogerla del colegio y de cuidarla hasta que llegue del trabajo, son casi las 9 de la noche.
En media hora baña a sus niñas y las acuesta. Luego calienta la cena que dejó preparada el día anterior y mientras se lo come, comprueba que Libertad ha hecho bien sus deberes. Cocina algo para el día siguiente, se ducha y se va dormir. Son las 11.
Al día siguiente volverá a ser lo mismo, e increíblemente seguirá siendo la camarera más amable y sonriente del restaurante.


Feliz día del trabajo!