El
jueves, o sea pasado mañana nos vamos a España (¡¡¡yiiiihhaaaaaa!!!), y me doy
cuenta de la de veces que he escrito sobre lo mismo en este blog. Cada vez que
he ido, he dedicado una entrada.
Contamos
los días desde hace semanas: tic tac, tic tac, tic tac… Y eso que esta época es
“demasiado” entretenida. Os cuento:
Ayer
fue el cumpleaños del Currante y hoy celebra Currita el suyo en el cole. Tenemos
visita de unos clientes del Currante en Miami, por lo que ya hemos empezado a
comer y a beber más de lo debido. Hay que hacer compras de última hora, que los
encargos cada vez son mayores… Mañana fiesta de despedida con el equipo de
fútbol de Currito y cena con vecinos. Pasado, volamos. Así que el tic tac, va a toda leche (que
mi madre no me deja decir hostia).
Al
llegar a España no bajamos el nivel: en cuanto ponga un pie en Madrid, vuelo a
conocer a las preciosísimas mellizas que ha tenido mi amiga Mari Puri.
Sábado, comida con la familia. Domingo, cena con compañeros del cole. Lunes,
concierto. Martes, cena del primo Pikas. Miércoles, cumpleaños de Currita y
Noche Buena. Jueves, Navidad. Viernes, palmo fijo...
Y si
lo lees rápido, da un estrés que te mueres. Y seguro que cuando esté metida en
ese jaleo, seguro, que habrá un momento en el que me acuerde de mi playa en
Miami, del buen tiempo, de los paseos, de la vida tranquila… Y seré tan tonta
que lo echaré de menos… Y entonces algún imbécil me dirá:
- A
eso se le llama “síndrome del emigrante”, consiste en que ya no estás bien en
ningún sitio. Ni en tu país de origen ni en el de acogida. Como la canción de
Julito “No soy de aquí ni soy de allá”
Y yo
responderé cabreada:
- ¡Y
un huevo! Yo soy española.
Felices jaleos